Y no es un logro casual, fruto del azar. Este último lugar lo venimos manteniendo desde 2004 (salvo en 2005 en que quedamos penúltimos, situación que corregimos rápidamente).
Y no se piense que es fácil mantener esa posición. El análisis realizado tiene en cuenta diferentes aspectos: gasto sanitario, gasto farmacéutico, ratio de camas, nº de pacientes por médico…, por lo que sólo un esfuerzo decidido es capaz de conseguir bajas calificaciones en todos ellos.
Javier Armesto |
Habrá quien diga que el estudio está sesgado, que las cosas no están tan mal, que el modelo de inversión pública y gestión privada es pionero…, voces envidiosas que desean quitar brillantez a nuestro último puesto.
Esta posición es jaleada en la prensa con el eco que merece, lo que nos llena de legítimo orgullo. Y demuestra nuestra previsión: pese a los recortes de la sanidad pública a los que nos lleva la política neoliberal, no podremos estar peor en el ranking.
Ya lo estamos.
Como dijo alguien: “Hemos de destrozar todo lo público para demostrar que no funciona”