07 agosto 2012

Sarcasmo, por Eduardo Alonso

Atención sociosanitaria por el voluntariado de Médicos del Mundo en Tenerife.
Nuestro Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad -si, todavía se llama así- ha dado dos
pasos de gigante. Uno, al enmendarse la plana una vez más, al desdecirse en el recientemente publicado RD 1192/2012 de algunos aspectos del decreto de “recortes”, como el de la pérdida de cobertura sanitaria para españoles de más de 26 años “ no asegurados”. Y otro, al establecer una modalidad de aseguramiento privado, mediante pago de una póliza de unos 700 euros/año, para los que no estén asegurados por otra vía, entre los que se incluye a los emigrantes sin papeles.

Respecto a esta novedad, es de agradecer que se establezca esta modalidad, porque tiene varias virtudes:

Su precio -hablamos de emigrantes sin papeles, gente sin recursos, hasta ahora cubiertos por “tarjetas sanitarias solidarias”- en muchos casos resultará disuasorio. Quién, en medio de la escasez, pagará para la cobertura futura de un hipotético problema de salud? La maniobra es compleja. Primero se les quita el derecho, luego se les ofrece pagar por él y si no lo hacen y pierden la asistencia sanitaria no urgente podemos decir que es porque así lo han querido puesto que se les había preparado una vía para obtenerla.

  • Y si un emigrante sin papeles, enfermo crónico, al que además se le hará pagar el 100% del precio de los medicamentos, decide pagar ese “seguro”, haremos recaer sobre el más vulnerable este “repago” porque no olvidemos que, lo mismo que un ciudadano español, ya paga impuestos (IVA, por ejemplo, y si no paga IRPF es porque no se le permite trabajar legalmente). Hace que mejoremos dos principios básicos de nuestro sistema de bienestar: la solidaridad y la progresividad. Al vulnerable, se le hace pagar -faltaría más- y al enfermo o anciano, que pague todavía más (el proyecto duplica el coste de la póliza para los mayores de 65 años). En el neolenguaje tan de moda, las llamaríamos solidaridad y progresividad “inversas”.
  • Transfiere al individuo la cobertura de los riesgos, despojándose el estado de su papel de gestor de la cohesión social en coherencia con el cambio del concepto de “ciudadano con derechos” al de “individuo que paga pólizas de aseguramiento”, con esa lógica tan aplicada en EEUU que ha llevado a este país a lamentables indicadores sanitarios.
  • Todo positivo pues y quien no quiera verlo así es por una deformación de carácter humanista que habrá que corregir.
El Ministerio de Seguros, Segregación Selectiva e Inequidad seguirá avanzando con paso firme en esta línea de reformas tan solicitada por los ciudadanos, las sociedades científicas y el sentido común.


Por Eduardo Alonso

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