06 febrero 2015

Las voces del terreno: "Bienvenido a Kumala"

Atardecer en Kumala
Creo que ha sido la Nochevieja más original y excitante que he pasado nunca en mi vida. Subido en un avión entre Casablanca y Sierra Leona con un grupo de recién conocidos, con los que tengo la expectativa de compartir ilusiones y proyectos, pero también, miedo y ansiedades.

Llegamos como  a las 3 de la madrugada al aeropuerto internacional de Freetown, todo oscuro y  con el cansancio acumulado de horas de vuelo. Nada más aterrizar te das cuenta que algo ocurre, las aduanas no sólo te piden el pasaporte sino que te obligan a lavarte las manos para entregarlo. Tras este primer asalto dos enfermeras muy diligentes te toman la temperatura y preguntan por tu estado de salud, quizás el cansancio ha hecho elevar mi temperatura y es difícil decir que me encuentro débil y agotado, sabes  que una información así te puede convertir en sospechoso de ebola. Tras mirar hacia todos los lados, siento gente ofreciéndose a llevar tú equipaje  por unos billetes que no tenemos. Encontramos por fin un cartel que pone Médicos del Mundo algo que nos reconforta.

El camino aún no ha acabado, todavía nos queda otra peripecia más hasta llegar a la ciudad. Hay que cruzar en un ferry la bahía que separa el aeropuerto de la ciudad. Subir al ferry fue otra odisea,  ya que a esas horas sólo sale uno y si lo pierdes te toca esperar hasta el primero de la mañana. Todo esto para poder llegar a un hotelito cerca del aeropuerto y descansar apenas dos horas, a las ocho de la mañana nos esperaban en  la  sede de Médicos del Mundo en Freetown.



Al llegar a la oficina,  el  viaje se convierte de nuevo en una montaña rusa. Convencido y preparado para ir a Moyamba, centro de tratamiento estrella de Médicos de Mundo, la primera noticia que me dan es que no voy a ir allí, que por necesidades del proyecto tengo que apoyar en Kumala. Mil preguntas y dudas pasan por la cabeza, de repente el cuerpo se estremece con una sensación extraña entre miedo e incertidumbre, qué es eso de Kumala. De repente interiorizas y decides que ante una situación de emergencia como la que está pasando este país, la capacidad de adaptación a las necesidades es un valor añadido, y al final decides que da igual, que has venido a colaborar y que el destino no es lo más importante.

Al preguntar sobre el proyecto de Kumala me llega un cúmulo de nueva información que tengo que racionalizar en mi cabeza, todo esto habiendo dormido tan solo  dos horas y todavía impactado por las imágenes de la mañana que te ofrece una ciudad africana. Intentaba  integrar un cambio que implica mucho más que un solo espacio físico. Nuestro destino era un “holding center” en un pueblecito en mitad de la selva al Norte de Sierra Leona llamado Kumala, en el distrito de Koinadugu. Era imprescindible nuestra participación, el equipo destinado al “holding center” debía renovar en tan sólo unos días y necesitaban relevo urgente para transmitirnos un montón de información  que era difícil  de asimilar incluso para los que hacían el relevo.

Campamento
Así que en menos de dos horas de charla con la coordinadora de país estaba subido en un coche camino de Kumala. Durante 8 horas en coche por caminos, que aquí consideraríamos más bien pistas forestales, atravesamos medio país. Mi cabeza  estaba en plena ebullición con tantas novedades y nuevas perspectivas. Y así fue como aterrice en el campamento donde íbamos a vivir durante nuestra estancia en Kumala, dolorido, cansado, expectante, inquieto y  lleno de ilusión.



El “holding center” tiene como objetivo diagnosticar y derivar los casos de ébola que aparecen entre las comunidades repartidas por el chiefdom de Nieni (algo así como nuestras comarcas).Como centro de diagnóstico y detección,  atendemos a las personas derivadas por el equipo de seguimiento en la comunidad “Contract tracers” que detectan posibles casos basándose en síntomas y contactos previos con enfermos de ébola.

Siempre se les hace una primera entrevista en la zona de triaje, es decir a través de la ventanita de la ambulancia y con algún traductor local, si consideramos que hay cuadro sintomático de riesgo los ingresamos. Una vez ingresados les realizamos las pruebas y esperamos los resultados. En caso que de positivo se traslada al paciente al centro de tratamiento de ébola en Bo, a  7 horas de recorrido dentro de una ambulancia por carreteras de tierra que tras la época de lluvias quedan devastadas, afortunadamente estamos en época seca porque si no las carreteras serían impracticables. Los casos que dan negativo se les deja unos días en observación, se repiten las pruebas y si no dan señales de ningún síntoma se les da el alta a casa para que comiencen sus 21 días de cuarentena. Del control de esta cuarentena se encarga otro equipo, dirigido por la OMS, el “survaillence team”. Toda esta información en tan solo dos días, con palabras que era la primera vez que oía. Recuerdo la cara de mis compañeras cuando nos contaban todas estas cosas, la  mía no porque no teníamos espejo pero debería ser muy parecida: perplejidad, agobio, sorpresa......

Holding Center
El holding center está montado en la escuela del pueblo que lleva cerrada desde el comienzo del brote,  aprovechando las clases como habitaciones.  El espacio está dividido entre zona verde y la zona roja, de bajo riesgo y alto riesgo respectivamente. En la zona verde se hacen todas las labores de preparación y limpieza de botas y utensilios reciclables y en la roja es donde están ingresados los pacientes y donde sólo puedes acceder con el PPE (Personal Protection Equipment). Pero una cosa que tiene en común ambas zonas es el olor a cloro que sirve de desinfección tanto para los utensilios como para las manos, que hace que pierdas el sentido del olfato y que acabes con toda la ropa de color a pequeñas motas, antaño tan de moda. A pesar de que parece un sistema de alta seguridad la estructura está realizada  con palos  y plásticos que delimitan los espacios, con el fin que  los  humanos entiendan  por donde tienen que transitar, pero no está preparada para que las cabras vaguen tranquilamente por la zona roja, por supuesto sin traje de protección, gran labor del equipo de higienistas del centro que se tienen que vestir con el PPE para poder desalojarlas.

Holding Center
La gestión y manejo del centro no es sencilla, aunque paradójicamente el espacio está construido con elementos simples. Coordinado entre Médicos del Mundo como referente médico y  Oxfam como referente logístico, hay que sumar las enfermeras y equipo de laboratorio enviado por el Ministerio Sanidad de Sierra Leona; así como, el personal nativo contratado por Oxfam, para las labores de higiene de Centro. Es una gran labor de gestión y coordinación entre todas las organizaciones y equipos, cada uno de una nacionalidad diferente y comunicándonos con un inglés muy vario pinto., que  muy  a menudo lleva a mal entendidos y te ves en situaciones  de riesgo, y cómo no, otras que se quedan en anecdotas para poder contar en la cena tras la jornada de trabajo y echarnos unas risas, que ayudan a relajar la tensión diaria.

Nosotros llegamos cargados de formación y preparación para luchar contra el ébola. Hemos sido adiestrados y concienciados para nuestra labor. Tenemos materiales especializados, totalmente asépticos para evitar cualquier tipo de contagio. Pero qué ocurre cuando empiezas a descubrir que el ébola y sus consecuencias no sólo necesitan de un traje y unos guantes  hiperheméticos. Cuando te cuentan que los niños llevan sin escuela desde hace siete meses. Que muchas de las niñas ya no volverán porque se quedaron embarazadas. Que hay familias enteras que morirán de hambre porque el padre y el hermano han estado en cuarentena cuando había que recoger la cosecha que les permite sobrevivir el resto del año. Qué ocurre con familias totalmente destruidas porque el ébola se llevó a la madre, a los hermanos y abuelos. O cuando las propias familias rechazan a sus parientes por haber estado en el centro de tratamiento o en el holding center. O con el hecho de que en todo el distrito sólo hay dos médicos y 45 enfermeras para atender a 200.000 personas, que además los ciudadanos han dejado de ir por miedo a contagiarse. Todo cuestiones de difícil solución.

Ante esta y otras mil historias es cuando te planteas que podemos hacer  más. Podemos ayudar más allá de hacer analíticas y tomar la temperatura. Abrir nuevos proyectos de desarrollo  podría ser una de las soluciones, empoderar a las comunidades para mejorar su autogestión, pero de nuevo te chocas con un sistema social y político debilitado.

Desde nuestra humilde estancia aquí acompañando a todo un pueblo en su lucha contra un enemigo invisible y letal, nos planteamos aportar pequeñas cosas pero  que pudieran permanecer en un futuro. Por eso planteamos dar formación a las enfermeras y trabajadores del Holding Center, incrementar sus conocimientos en apoyo psicológico a los pacientes y a las comunidades, además de comprometerlos con la comunidad para que sigan difundiendo mensajes de promoción de la salud con el fin de evitar un nuevo brote.

Entrenamiento 1º Auxilios Psicológicos
Hoy es mi segunda sesión de entrenamiento en primeros auxilios psicológicos, mis compañeras enfermeras de Kumala están muy satisfechas, participan de forma muy activa y entre comentarios y actividades ponen voz de forma tímida a un pensamiento.  La esperanza de que esta guerra está acabando y que ellas han contribuido a que esto pase, dejando por el camino a compañeras y compañeros que no tuvieron su suerte y sucumbieron al “maldito virus”. Viviendo en sus propias carnes el estigma por trabajar en un centro de ébola, rechazadas, muchas veces por sus familiares y amigos. Todas tienen ganas de volver a la normalidad, poder aplicar estos conocimientos en su hospital con enfermos comunes, poder reunirse con sus amigas y amigos en un bar a tomar una cerveza, bailar, sonreír o simplemente poder dar un abrazo a sus seres queridos sin que la política de “no tocarse” esté acechando tras la mirada de la gente. Nosotros estaremos sólo seis semanas, ellas llevan 8 meses con todo esto prohibido, pero eso sí con la esperanza de que su Dios les dé una tregua, ese mismo Dios al que agradecen haber mandado para ayudarles a los “tubabus” (hombre blanco en Krancro). Me gustaría creer, como ellas,  en la benevolencia de algún dios, solo que yo tengo muy claro, que en esta ocasión no se trata  de ningún dios, sino de interés y dinero.

Por Natxo Tarazona
Trabajador de  Médicos del Mundo
Programa Ébola Médicos del Mundo Sierra Leona

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