26 abril 2012
De ciudadanos a asegurados
Estábamos en un error. Creíamos que desde la Ley General de Sanidad de 1986 la asistencia sanitaria pública era un derecho para españoles y extranjeros residentes en España. Es más, por si había dudas, la Ley General de Salud Pública de 2011 hablaba del “Principio de equidad” para promover la disminución de las desigualdades en salud y del “Derecho a la igualdad” en materia de salud pública.
Pero ya digo, era un error. Esa percepción de sociedad igualitaria en cuanto a derechos y deberes era fruto de una errónea interpretación de la ley, interpretación que era la causa de que pensáramos que la sanidad se pagaba con nuestros impuestos, no con nuestras cotizaciones a la Seguridad Social como antaño o que la situación laboral de una persona: trabajador en activo, parado, estudiante, etc., no condicionaba su derecho a cobertura sanitaria.
Afortunadamente nuestro gobierno, con encomiable espíritu pedagógico, nos ha sacado de nuestro error y con el RD-Ley 16/2012 de medidas urgentes para la sostenibilidad del S.N.S. nos devuelto a nuestra condición de receptores de asistencia sanitaria en tanto que asegurados.
Cuando en el lenguaje sanitario habitual se pasó de “asegurados” a “usuarios” o “clientes” algunos pretendieron enfatizar el papel de ciudadanos con derechos en tanto que tales, porque entendían que el derecho a la salud y a su protección era un “derecho humano “, independiente del estatus económico, de la situación laboral, de la condición de edad, sexo, etc.
Ya no importará pagar impuestos como todo ciudadano sino que tendremos que ser “asegurados”, lo que dependerá del vínculo que cada uno mantenga con la Seguridad Social.
Lamentablemente, el gobierno no ha previsto que para acudir al médico debamos aportar la entrañable “cartilla” y deberemos continuar con esas tarjetas sanitarias modernas con chips inteligentes, bandas magnéticas y demás. Esta vuelta atrás, tan deseada por la sociedad española, requeriría mayor cuidado de los símbolos, para reforzar su firmeza y vocación de continuidad. Por ello, sería esencial cuidar aspectos como el mencionado, la reintroducción del uniforme de enfermera con delantalito, cofia y medias blancas y por supuesto, resucitar el I.N.P. y la “Caja Nacional”.
Y para los emigrantes, divorciados sin cotización, jóvenes de más de 26 años sin trabajo, etc., ya pensaremos algo.
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