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Este hecho no solo supone un tremendo retroceso en las conquistas sociales, sino que supone una agresión a la autonomía de las mujeres y a su salud. Ya en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de Naciones Unidas, celebrada en El Cairo en 1994 (en la que participó España), 179 países reafirmaron los derechos de las mujeres y las niñas a tomar sus propias decisiones sobre la sexualidad, el embarazo y la maternidad. Además la ONU recuerda que restringir el acceso de las mujeres al aborto, no conduce a la reducción del número de embarazos interrumpidos, sino que aumenta la inseguridad de los abortos practicados y por lo tanto aumenta la morbi-mortalidad de las mujeres que se someten a una interrupción en situación de clandestinidad. Cada año mueren miles de mujeres en todo el mundo a causa de abortos inseguros.