24 enero 2011

CUECAS

Tras el superpremio que nos han dado creo de justicia volver a las aventuras de Lara. Este nuevo episodio, como decirlo, es como hablar de la cara "b" de la cooperación. Si, no todo es salvar vidas a troche y moche. Nuestra intrépida bla bla bla tenía problemillas logísticos. De forma inexplicable, su mochila se había perdido y eso, que aquí se arregla en un periquete, resulta un poco mas complejo en medio de Africa.  Así comienza su relato:


Fotografía de Lara Ripoll, 2011
"Sin ropa para cambiarme el forro polar, pantalón hasta los tobillos y botas, calcetines incluidos, por algo más acorde con el sofocante calor (34 grados) con el que me recibe Mozambique; opto por tomármelo con calma y humor africano. Mejor dejarme envolver por el característico olor del aire de África, el mágico contraste entre el ritmo lento y pausado de su gente y el bullicio que arman en cuanto se juntan más de dos; que desesperarme porque materialmente no tengo más que los objetos tecnológicos que llevaba en mi mochila de mano, y la Visa, claro. Este pequeño detalle cambia mucho la percepción de la situación... porque los euros no hubo quién los quisiera, en cash sólo dólares, pero la Visa y un cajero que funcione (aquí mi buena suerte del día, a la segunda encontré el que funcionaba) me facilita unos cuantos Meticales para mi disfrute en el “mercado de batatas”. Así es como llaman en Pemba a la zona que aglutina un sinfín de paradas en el suelo de calzado hecho polvo; y tenderetes de ropa de tercera y hasta de cuarta mano, donde hice mi agosto con un par de blusas y unos piratas –onda hipi y made in Camboya e India, hasta en eso tuve suerte – y unas chanclas estilo hawaianas de esparto que me conjuntan a la perfección con mi nuevo vestuario. La armonía en el vestir y el estilo personal no hay que perderlos nunca, me dije"


Hasta aquí todo bien. Pero claro, no todo iba a ser tan fácil. Hemos pensado mucho, pero mucho, revelar este episodio de nuestra colaboradora en Pemba, pero es evidente que el interés del testimonio justifica nuestra decisión, e imaginarla buscando bragas por todo Pemba, justifica las risas. 
"Más complicado fue encontrar unas simples bragas, tal vez porque no se llaman “braguiñas” como yo me lancé a demandar en varios puestos. Al final me atreví con el lenguaje de señas, me levante un trozo de braga por encima del pantalón y de entre dos filas de dientes blanquísimos, pedazo boca que tenía el tendero, oí que me decía “ah, cuecas”. Y unas cuecas que también me compré, en las antípodas de las fashion women secret, pero cuecas al fin y al cabo. Mi neceser lo completé con un peine y jabón, dado que cepillo de dientes y pasta dentrífica tenía de dos packs que había cogido –previsora que es una- del WC de Executive del avión. Ahora sí que estaba ya preparada para la vida en África"


Vale, vale, basta de frivolidad, menos mal que nuestra intrépida y ahora vestida periodísta se pega un madrugón para compensar y acabar su relato como toca: 


"Así es que hoy, a las 6 de la mañana, ya me estaba despertando con el trinar de los pájaros y la playa al otro lado de la calle-carretera donde está la oficina-escritorio. Ataviada con mi nueva indumentaria, aunque sin crema solar ni gorro ni gafas de sol, que permanecen –supongo- en mi mochila perdida, me he ido a explorar los alrededores. Y detalles de lo que me he encontrado, os lo mando en cuantas fotos"


Hakuna Matata ¡Esto es África!



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