John K. Tarawallie |
Los higienistas son siempre los primeros en empezar a trabajar. Todos los días, a las siete y media de la mañana, preparan el agua clorada que se usará ese día en el centro de aislamiento. Luego se visten con un traje de protección biológica nivel tres y empiezan a sudar.
Aminata Turay y Alhassan Jalloh |
Kumala aparece en el curso de un camino de tierra rojiza. Es una aldea de casas de adobe y techos de lamina. No hay electricidad, agua corriente, radio ni cobertura de teléfono. El centro de aislamiento se ha instalado en el único edificio grande y de cemento del pueblo: la escuela de secundaria, ahora cerrada, como todas las del país, desde el comienzo de la emergencia hace ocho meses.
Zona Verde |
Las cuatro aulas de la escuela se han reconvertido en habitaciones para alojar a personas con síntomas sospechosos de ébola: es la zona roja. En la parte de atras de la escuela, en una arquitectura precaria de maderas y telas plasticas, se ha habilitado una zona de trabajo y descanso para enfermeras e higienistas: es la zona verde.
En la zona verde, debajo del pequeño cobertizo que sirve de oficina para el personal, las jóvenes higienistas Aminata Turay y Fatmata Jalloh aprovechan un momento de descanso para escuchar musica y hacerse bromas. Se rien de unos papeles que han encontrado en los cajones de la vieja mesa de madera que amuebla la precaria oficina. Es la antigua mesa de uno de los maestros de la escuela, y sus cajones están llenos de hojas de cuaderno escritas en cuidada caligrafía. Aminata y Famimata reconocen la mayor parte de los nombres que identifican los textos, son sus compañeros de clase, aquellos con quienes compartían aula en Kumala hasta que la escuela cerró el pasado mes de julio.
Escuela de Kabala cerrada hace 8 meses |
Fatmata tiene 19 años, Aminata, 20, ninguna de las dos ha acabado aún el bachillerato. Es algo normal, para ir año por curso se necesitan recursos. Fatmata y Aminata han tenido suerte, después de que cerrase la escuela, ellas han conseguido un trabajo como higienistas, muchas de sus antiguas compañeras de clase, sin embargo, se han casado y ya son o están a punto de ser madres. Es una mas de las consecuencias desconocidas del ébola. En regiones como Koinadugu, sin escuela, las familias no encuentran ninguna razón para que las niñas sigan en casa de sus padres y son casadas rapidamente. La tasa de embarazos en niñas y adolescentes y las complicaciones de salud consecuentes a ello se han disparado en estos últimos meses en casi todo el país. Todas las hojas de cuaderno manuscritas que Aminata y Fatmata han encontrado cuentan lo mismo, es un ejercicio de dictado, una carta que los alumnos escriben a sus padres explicándoles sus problemas para “continuar con su educación” y solicitándoles como ayuda un boligráfo y un cuaderno. Para muchas chicas en Sierra Leona esa ya no será una solución, una vez que sean madres será muy dificil que vuelvan a la escuela.
Equipo de higienistas y enfermeras |
John K Tarawallie escucha todas esas ideas y asiente energicamente con la cabeza mientras repite una y otra vez “por supuesto”, “por supuesto”. Para John este no es el primer trabajo, él, al igual que otros tres higienistas del centro -Sidikie F.Koroma, Francis Sesay y Suleiman O.Fofanah-, era maestro en la escuela de Kumala antes de que esta cerrara. Antes enseñaba agricultura, ahora, junto con sus tres colegas, repite a sus antiguos alumnos reconvertidos en compañeros de trabajo que tienen que hacer lo que sea por seguir estudiando.
John K. Tarawallie es un joven decidido. Es el segundo mas joven de 14 hermanos. En su amplia familia el ébola ha acabado con la vida de 12 parientes, incluidas dos de sus hermanas, pero lleva días solicitando a los expatriados de Médicos del Mundo y OXFAM que gestionan el centro un certificado de trabajo que demuestre su experiencia como higienista, y que le ayude a conseguir un trabajo, una vez que este se acabe en Kumala, en cualquier otro “lugar o país donde haya ébola”.
John K. Tarawallie tiene bien claro que quiere salir de Kumala, que quiere estudiar. Uno de sus hermanos mayores, cortador de troncos en Freetown, la capital del país, le ha prometido ayudarle a llegar a la universidad. Pero John sabe que la vida es dificil y que muchas veces los hombres “no pueden mantener las promesas que hacen sus corazones”.
John y Pilar el ultimo dia |
Por Pilar Crespo
Trabajadora de Médicos del Mundo
Programa Ébola Médicos del Mundo Sierra Leona
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